ASI VAMOS EN SALUD

Àlvaro Antonio Claro Claro

Tomo para esta nota, el título de una reconocida organización dirigida por un exministro de Salud, cuyo propósito es contribuir al mejoramiento de la salud de los colombianos a través del seguimiento y evaluación de los servicios que ofrece el sistema, para descargar mi alma y reflexionar sobre su progresivo deterioro.

Juan Gossain en columna publicada recientemente en el periódico El Tiempo, manifiesta: “ La situación lejos de mejorar, es cada día mas inquietante. Los abusos contra el ciudadano ya no tienen límite, el desprecio a los usuarios es permanente, no hay controles por ninguna parte… y ni para que hablamos del atropello criminal con el precio de los medicamentos”.

Pues bien, quienes hemos venido aportando al sistema de salud desde hace 40 años y hemos transitado inicialmente por la Caja Departamental de Salud, Cajanal, Seguro Social y ahora las famosas EPS, podemos asegurar que las diferencias en atención, cobertura y oportunidad son alarmantes.

La fortuna de gozar de “Buena salud” durante nuestra vida como cotizantes en estas cuatro décadas hace que las visitas al médico sean en muy contadas ocasiones y se remiten a temas de pequeños controles sugeridos por el facultativo. Pero cuando ya nos clasifican como “Adultos mayores”, el cuerpo se resiente más a menudo y somos más conscientes de que los sistemas que hacen funcionar nuestro cuerpo empiezan a pedir auxilio; es cuando aterrizamos en la terrible realizad de lo complicado que es acceder a una atención digna por la que hemos aportado durante nuestra vida laboral.

Hace pocos días, mi señora presentó sin el mayor aviso, un problema de visión; acudimos de urgencia a la clínica especializada y luego de una larga espera la especialista nos hace saber que estamos frente a un caso grave de hemorragia en la retina con desprendimiento en curso y que es necesario hacer un procedimiento inmediato con láser para contener el sangrado interno y salvar la visión. Se podrán imaginar la angustia que genera una noticia de este calibre en ayunas, salgo volado a la EPS con tres órdenes en las que se destacaba en letras rojas el sello de URGENTE. Una orden para que el Glaucomatòlogo valore la paciente y autorice el procedimiento, otra para que el Retinòlogo atienda el caso y la tercera autorizando el procedimiento Laser. Atravesé la ciudad en el carro lo más rápido posible, aturdido todavía por la inesperada situación que debíamos afrontar. Eran las nueve de la mañana.

En la EPS, debí primero hacer una fila para que me asignaran un turno. Un hosco funcionario me advierte que debo someterme al trámite normal cuando le hago saber mi problema. Tenía asignado el turno 57 y pasada una hora, apenas estaban llamando al Número 45, casi a las once, a punto de infarto, el altavoz anuncia mi número.

Nuevamente relato mi caso a la funcionaria que me recibe los documentos, consulta el sistema, habla con una, dos y tres asesoras. Me mira al cabo de 5 minutos con displicencia y me devuelve los papeles. Señor, no podemos autorizar una atención médica sino cada cuatro días, su esposa ya fue atendida hoy, debemos esperar que Bucaramanga remita las ordenes con el visto bueno cumplido el plazo.

Pero señorita, ¿Acaso no entiende la urgencia del caso? Los documentos lo indican con toda claridad… Lo siento, pero son órdenes que no puedo desobedecer, eso me costaría el puesto y hace el llamado al siguiente turno.

No lo puedo creer, trato de hablar con un coordinador o alguien que me ayude pero nadie me atiende aduciendo que para eso está la asesora que me fue asignada en turno.

Confundido y descorazonado, cada vez más preocupado por la situación de mi esposa, decido volver a la clínica con la razón de que sólo en cuatro días puedo presentar las órdenes médicas aprobadas. Ya es medio día, le comento a la doctora la situación con la EPS, tratando de encontrar algún apoyo; ella manifiesta que en treinta minutos termina su turno y que sólo hasta el día siguiente estará disponible de nuevo para hacer la intervención. En medio del desespero le imploro una ayuda. Sé que un aplazamiento hasta el día siguiente tendrá consecuencias muy graves.

Miren, el asunto se puede agilizar, propone la especialista, es algo que hacemos es casos excepcionales. Si ustedes abonan el valor de la cirugía, puedo esperar otro rato. Se Hará la devolución cuando recibamos las ordenes autorizadas por la EPS.

Hago cuentas mentalmente; hace tres días me consignaron mi sueldo y algunos ahorros que permanecen en mi cuenta para casos de emergencia nos permiten cubrir a ras el valor de la intervención. No hay problema doctora… adelante lo necesario mientras hago el pago en Caja.

Solamente recibimos pagos en efectivo me informa la encargada de Caja, devolviendo mi tarjeta débito con la que intentaba cancelar.

¡No faltaba más!, trato de entender la política de la clínica de recibir sólo pagos en efectivo y recuerdo que si lo reciben con tarjeta débito, obliga al profesional a declarar el ingreso y eso genera un alto impuesto a pagar. En efectivo se evade sin problema alguno la obligación tributaria.

Corro sin detenerme hasta un cajero que se encuentra a cinco cuadras. Espero con impaciencia que dos personas hagan su transacción y rezo mentalmente para que no se presente ningún inconveniente a la hora del retiro o al regreso a la clínica; tembloroso digito por tres veces la clave para retirar la máxima suma que suministra el cajero, es un descanso saber que ya cuento con los recursos necesarios para pagar la cirugía.

Afortunadamente el procedimiento fue exitoso, mi esposa se recupera lentamente y transcurridos diez días, aún sigo esperando la autorización de Bucaramanga para poder solicitar el reintegro del dinero consignado. No sobra mencionar que los medicamentos ordenados para el post operatorio hubo necesidad de comprarlos. Unos porque no estaban en el POS (Los mas costosos) y otros porque no los había en la farmacia de la EPS. Logramos, eso sí, luego de pagar un copago bastante importante, recibir las infaltables 20 tabletas de acetaminofén. Así vamos con la salud en este país del Sagrado Corazón.

Cúcuta Julio 29 de 2018